martes, 7 de julio de 2009

Efecto Peña


Hace casi un año, en una entrevista le preguntaba al gobernador Enrique Peña Nieto que quién ganaría las elecciones del 5 de julio de 2009, ¿El PRI o él? Y su respuesta fue “Yo me he definido como un militante más del partido cuando se trata de la contienda política, de la contienda de partidos, me asumo como un militante más, como un guerrero más que estaré ahí en la brega cuando mi partido me lo diga”.
Y en verdad que asumió esta posición, por encima de cualquier recomendación de los órganos electorales, partidos políticos e incluso la ley, el mandatario mexiquense dejó de tener actividades públicas y de aparecer en los medios de comunicación sólo tres días antes de la elección. Imparable, Peña inauguró en todo el Estado de México hospitales y escuelas. No dejó ni un solo día de dar entrevistas y opinar sobre los asuntos de carácter nacional y local.
No sólo en el Estado de México hizo trabajo político, también se dio tiempo de ir a Querétaro y a Nuevo León, donde fue recibido casi como si él fuera el candidato del priismo a esas entidades.
Si toda esa actividad político-electoral no tuvo algún efecto en el electorado es poco creíble. Peña tiene por lo menos dos años trabajando en su propio proyecto, aunque lo niegue reiteradamente. Su partido, al menos en la entidad, apuesta a él y todos los candidatos y el presidente, Ricardo Aguilar, no tuvieron empacho en decir que harían uso de la imagen de Peña para “presumirlo y ganar”.
Si la fórmula resultó es más que evidente, mezclada con el hartazgo por los malos gobiernos panistas, además de la falta de una opción real por la cual votar. Ninguno de los otros partidos –principalmente el PRD- se erigió como una verdadera alternativa por la cual votar. La gente de a pie, la indecisa, prefirió no sufragar o anularlo.
En el Estado de México, los priistas aprovecharon bien las circunstancias, desempolvaron la maquinaria, la aceitaron bien, le sacaron brillo y pusieron en marcha sus viejas –y desafortunadamente efectivas- artimañas electorales, que combinadas con la imagen del gobernador más popular mediáticamente hablando, hizo el coctel que explotó el 5 de julio, para que resurgiera la antigua carroza, llamada “carro completo”.
Los últimos tres años del gobierno peñista, serán sin sobresaltos, tendrá un Congreso y 94 municipios afines a él. Si hay o no más aspirantes en su partido a la presidencia de la República, a él eso no le preocupa, el Estado de México por lo pronto es todo suyo, con lo que le quedará bastante tiempo para seguir ganando terreno en otras entidades.

PASOS EN FALSO

Otra pregunta en esa misma entrevista con el gobernador Peña fue si percibía una recuperación importante del PRI, la respuesta: “Las encuestas de hoy, que todavía no es la elección, proyectan a un PRI más fortalecido y más sólido con mejor posicionamiento en la preferencia del electorado: Pero las encuestas no votan ¡eh!”.
¿Un PRI más fortalecido o un Enrique Peña más fortalecido? “No, un PRI, un PRI, yo también hago mi contribución, tampoco “me tiro al piso”, me uno como militante en esta responsabilidad…”

No hay comentarios: